sábado, 21 de junio de 2008

Todo cambia...entramos a otra estación del año, a otro semestre, incluso a otro estado mental...Gerardo se siente distinto, ya no es la misma persona que solía ir a los bares a ligarse a cualquier prospecto sexual de buen aspecto. Su última relación trajo consigo momentos inolvidables e irrepetibles, pero más importante, un aprendizaje personal como nunca antes. El encontrar el amor, o algo muy parecido a el fue un parte aguas en el mundo de Gerardo como lo conocía.
Su nombre era Adrián, tres años mayor que Gerardo, con estilo al vestir y con gran sentido del humor....con esto no quiero decir que fuera feo, al contrario, la apariencia de galán de los setentas atrajo instantáneamente a Gerardo el día en que intercambiaron miradas y una plática en una de esas cafeterías a las que los adolescentes van a ligar, a comprar un poco de estatus social y de paso a presumir la más reciente laptop del mercado.

Un buen (mejor dicho, un "mal") día, todo acabó.

Aunque fue el primer intento de Gerardo por entrar en combate en esa cosa complicada llamada amor, no lo sintió como una guerra con Adrián, sino consigo mismo. Y es que no sé si decir que ganó o perdió, lo que sí sé, es que Adrián desenmascaró lo que Gerardo había escondido bajo una tela muy gruesa, pero muy liviana como para alzarla y ver qué hay adentro. Y tal vez eso fue lo peor: no conocer a Adrián, sino a sí mismo.

Inicié este texto con la palabra “todo” seguida de “cambio”, sin embargo, para Gerardo ni “todo” significa la universalidad, ni “cambio” significa una metamorfosis. Sí, ya no es el mismo tipo que inició ese pequeño viaje con Adrián ni el que buscaba a los de “buen aspecto”, pero tampoco es otro Gerardo recién llegado de Marte.

Quizá ni él mismo ha descifrado por completo la lección que tiene que aprender de esa relación, quizá nunca lo haga. Tal vez ni siquiera hay algo que “tenga” que aprender de esto. Quizá…tal vez…el mundo se llena de ambigüedades, y Gerardo no está exento de ello.

Un buen (sí, este si es “buen”) día, todo acabó…y algo nuevo comenzó.

—Mr. Pp Rivas

martes, 5 de febrero de 2008

LA BATALLA ENTRE DOS PODEROSOS BANDOS


—“Miranda ¡no es lógica!. Esto es amor, en mi corazón es correcto”—Charlotte York

—“Parece que cuando se trata de asuntos del corazón existe una batalla entre lo que sabemos y lo que sentimos”—Carrie Bradshaw

En una peda vía Messenger (lo que la distancia y el alcoholismo nos obligan a hacer) un amigo me soltó la aseveración que me ha traído de cabeza durante días —aún más que cuando lo vi en un capítulo de Sex and the City—. Para mi amigo partidario de los dictámenes del corazón, “en cuestiones del amor no existe la razón”. ¿Fue sólo una consecuencia de nuestra amiga la cerveza o es cierta esta frase? Si la palabra “corazón” comparte sus últimas cinco letras con “razón”, ¿acaso no pueden compartir una relación?; en las relaciones… ¿es mejor seguir a tu razón o a lo que te hace sentir tu corazón?

Y es que conozco a miembros de los dos diferentes batallones en esta guerra fría llamada “¿a quién hacerle caso?”. Por un lado, está mi amigo que me expresó su perspectiva e inició este laberinto de interrogantes. Ya cumplió un año con su pareja, y aunque a muchos nos parece extraña su relación, para él es perfecta, es “un mundo utópico” que inició cuando él simplemente siguió lo que sus sentimientos le ordenaban hacer durante la batalla. Por otro lado, está mi amigo que durante una charla ocasionada por mi interpelación estableció —al menos a mi modo de ver— que él se mantiene del lado contrario de la trinchera, donde los pensamientos son los que ordenan cuándo disparar y a quienes lanzarles las granadas, o peor aún, sus más poderosas bombas. De igual forma, lleva más del año con su pareja, y aunque a mí en lo personal también me parece extraña su relación los ha llevado a vivir su propia “utopía”.

Ambos desde su parapeto y conscientes de la existencia de lo que existe del otro lado de la barricada han hecho posible que sus relaciones sean exitosas o al menos han logrado ser felices al lado de sus amados. A los dos les ha funcionado el hacerle caso a su respectivo bando.

Entonces… ¿a qué postura hacerle caso? ¡Ambas parecen funcionar!

Sin embargo…como dijo Madonna “I´ve changed my mind”, he cambiado mi pensar y ahora más que nunca quiero amar y ser amado…mi razón me ha orillado a llevar mi corazón a un nivel que nunca ha pisado. Mi corazón me dicta que tantas buenas y/o malas citas le ayudan a crecer y a prepararse para el “one”, para el indicado, ese a quien que mi RAZÓN le permitirá llegar a lo más profundo de mi CORAZÓN.

Además de lo material, de la realización de nuestros sueños y el crecer como individuo, creo que el compartir el amor con alguien es lo mejor que le puede pasar a alguien. Por ahí dicen que “dos cabezas piensan mejor que una”…pero creo que es mejor que dos cabezas piensen que amarse entre ellas es lo mejor que les puede pasar en la vida.

…Yo PIENSO que el AMOR existe— Pepe RiVas

jueves, 31 de enero de 2008

“Cuando se trata de finanzas y citas… ¿por qué seguimos invirtiendo?”

Aunque de buena fuente sepamos que el mercado está saturado y en crisis, ¿por qué seguimos arriesgando nuestro más preciado artículo? ¿Por qué creer que algún consumidor se atreverá a realizar la transacción?... ¿qué tan bueno es el seguir creyendo en este negocio? Ya sea por amigos cercanos, familiares, incluso en la televisión es de nuestro conocimiento que en ese negocio llamado amor muchos salen en bancarrota...otros ganan más de la cuenta…y unos más desafortunados ni siquiera están interesados en invertir para saber si de verdad hay ganancias o perdidas brutales.

Sin embargo seguimos en el mercado…con la pequeña (o grande en nuestros subconscientes) esperanza de que alguien allá afuera estará interesado en nuestro producto y lo consumirá, quizá sólo para probarlo y desecharlo sin el menor cuidado, o porque algo dentro del cliente le dicta que ese es el indicado para él… Uno como comerciante también tiene el derecho de decidir a quien venderle, ¿ no?; con quién negociar e incluso a quién darle una buena oferta. ¿Pero cómo saber si a quien le damos la mejor facilidad de pago es el inversionista correcto?. Algunas veces, ya sea porque la negociación fue impecable o nuestro sexto sentido nos dicta que tal o cual comprador es el indicado para cuidar y llevarse a su casa nuestro artículo valioso, decidimos estrechar la mano e incluso poner los papeles en la mesa para firmar y cerrar la permuta. La terrible sorpresa desvanece nuestra actitud optimista por realizar la transacción cuando al consumidor se le olvidó su tarjeta, quiso checar precios en el establecimiento de enfrente o simplemente se arrepintió en el último momento.

Este es el momento para checar qué andaba mal, si las ofertas de la competencia son mejores o qué se le puede brindar como bono al cliente por comprar en nuestra empresa. Sin embargo…los artículos a la venta son parecidos, pero no iguales. No pueden competir los unos con los otros. Cada uno ofrece funciones diferentes, es mayor o menor en tamaño, forma e incluso fondo…pero no mejor ni peor, eso nunca. Tal vez por eso la insistencia en seguir arriesgando nuestra mercancía…porque sabemos que si a un cliente no le satisfizo, otro quedará fascinado y sin titubear realizará la compra. Es cuando entra la famosa regla de la “oferta y la demanda”…así como hay muchos vendedores, hay muchos compradores. Todo es cuestión de tiempo.

El aún tener la firme creencia en la negocio del amor mantiene mi establecimiento abierto, a la expectativa de cómo, cuándo y qué características tendrá mi inversionista…ese optimismo a que el amor aún es un negocio rentable me llena de esperanza —aquella que aún yo muerto, vivirá—. Alguna vez leí que la vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas. Y tal vez queremos a un cliente perfecto para nuestro corazón —el valioso artículo— en este preciso instante…pero puede ser que el MEJOR, el que necesitamos, llegue por su cuenta, a su tiempo y con pluma en mano para cerrar el trato…entonces, la inversión al “changarro” habrá valido totalmente la pena.

lunes, 21 de enero de 2008

dos cabezas=dos mundos

Es cierto que cada cabeza es un mundo…pero ¿qué tan alejados están nuestros planetas el uno del otro? ¿Es posible llegar a ser parte del mismo sistema solar que la otra persona?. Con la mejor intención del mundo, sin esperar recibir nada a cambio más que un sentimiento similar, la gente permite el acceso a otras personas a incorporarse a su “lista de conocidos” y si recibimos una mejor señal, a “la de amigos”. Puede ser que por una simple imagen agradable la vista, algún gusto en común, o incluso un gusto sexual le damos “aceptar” a ciertas personas, para que, a pesar de lo lejano de nuestros planetas nos ilumine un mismo Sol.

Sin embargo…bien dicen que las apariencias engañan y a pesar de estar advertidos dejamos que ese “look” defina nuestra relación con la otra persona…nos dejamos engatusar o simplemente nos hacemos de la vista gorda…queremos que todo funcione como la teoría lo estipula. La sorpresa es que tarde o temprano alguna gotita del vaso salta hasta nuestra cabeza y con un simple roce nos quita el vendaje de los ojos y esa “hermosa” teoría, se convierte en una mera hipótesis carente de estética a nuestros sentidos.

Y es que frases, acciones, incluso ciertas palabras y su modo de expresarlas nos ayudan a quitarle más y más nudos a la venda. Pareciera que horas y horas de conversación no dan el menor fruto desabrido. Al parecer expresar nuestros gustos, nuestra forma de ver la vida, inclusive enumerar las cosas que nos molestan aportan el mismo significado que un cero. Entonces… desde su planeta, ¿cada quien habla su propio idioma? ¿El vínculo creado por la simple aceptación a la “lista” no nos hace compartir un mismo lenguaje? Tal vez medio comprendemos ciertas palabras dentro de la idea que la otra persona establece claramente. Tal vez ponemos cara de “me quedó clarísimo” y a la vuelta de la página olvidamos todo porque desde un principio no intentamos siquiera entender y mucho menos archivarlo en nuestro disco duro. Tal vez ese olvido o la poca relevancia de la plática con el futuro compañero del mismo sol echa a perder todo y en un instante, estamos en galaxias separadas.

Es cuando ese “look” que definía a esa relación como una “amistad verdadera y eterna” cae a un hoyo negro. A pesar de llegar al punto de compartir un mismo idioma, nuestras propias costumbres traídas del respectivo planeta salen a la luz en medio de un eclipse lunar…de ese en donde la Luna pasa por la sombra de la Tierra…y así, entre sombras, ambigüedades y acciones viscerales conocemos las consecuencias de ser tan distintos al grado tal, que parecemos traídos cada quien de un universo distinto y lejano.

Por muy alejado que esté Mercurio de Neptuno forman parte del mismo sistema solar. Y aunque sus diferencias sean lo único que tienen en común son capaces de compartir el mismo Sol. Lo mismo pasa (quiero creer) con las personas, con aquellos seres especiales a los que permitimos el acceso a nuestra lista, a una lista llena de diversidad, sí, pero con un mismo título: AMISTAD.

Pepe Ri Vas