lunes, 21 de enero de 2008

dos cabezas=dos mundos

Es cierto que cada cabeza es un mundo…pero ¿qué tan alejados están nuestros planetas el uno del otro? ¿Es posible llegar a ser parte del mismo sistema solar que la otra persona?. Con la mejor intención del mundo, sin esperar recibir nada a cambio más que un sentimiento similar, la gente permite el acceso a otras personas a incorporarse a su “lista de conocidos” y si recibimos una mejor señal, a “la de amigos”. Puede ser que por una simple imagen agradable la vista, algún gusto en común, o incluso un gusto sexual le damos “aceptar” a ciertas personas, para que, a pesar de lo lejano de nuestros planetas nos ilumine un mismo Sol.

Sin embargo…bien dicen que las apariencias engañan y a pesar de estar advertidos dejamos que ese “look” defina nuestra relación con la otra persona…nos dejamos engatusar o simplemente nos hacemos de la vista gorda…queremos que todo funcione como la teoría lo estipula. La sorpresa es que tarde o temprano alguna gotita del vaso salta hasta nuestra cabeza y con un simple roce nos quita el vendaje de los ojos y esa “hermosa” teoría, se convierte en una mera hipótesis carente de estética a nuestros sentidos.

Y es que frases, acciones, incluso ciertas palabras y su modo de expresarlas nos ayudan a quitarle más y más nudos a la venda. Pareciera que horas y horas de conversación no dan el menor fruto desabrido. Al parecer expresar nuestros gustos, nuestra forma de ver la vida, inclusive enumerar las cosas que nos molestan aportan el mismo significado que un cero. Entonces… desde su planeta, ¿cada quien habla su propio idioma? ¿El vínculo creado por la simple aceptación a la “lista” no nos hace compartir un mismo lenguaje? Tal vez medio comprendemos ciertas palabras dentro de la idea que la otra persona establece claramente. Tal vez ponemos cara de “me quedó clarísimo” y a la vuelta de la página olvidamos todo porque desde un principio no intentamos siquiera entender y mucho menos archivarlo en nuestro disco duro. Tal vez ese olvido o la poca relevancia de la plática con el futuro compañero del mismo sol echa a perder todo y en un instante, estamos en galaxias separadas.

Es cuando ese “look” que definía a esa relación como una “amistad verdadera y eterna” cae a un hoyo negro. A pesar de llegar al punto de compartir un mismo idioma, nuestras propias costumbres traídas del respectivo planeta salen a la luz en medio de un eclipse lunar…de ese en donde la Luna pasa por la sombra de la Tierra…y así, entre sombras, ambigüedades y acciones viscerales conocemos las consecuencias de ser tan distintos al grado tal, que parecemos traídos cada quien de un universo distinto y lejano.

Por muy alejado que esté Mercurio de Neptuno forman parte del mismo sistema solar. Y aunque sus diferencias sean lo único que tienen en común son capaces de compartir el mismo Sol. Lo mismo pasa (quiero creer) con las personas, con aquellos seres especiales a los que permitimos el acceso a nuestra lista, a una lista llena de diversidad, sí, pero con un mismo título: AMISTAD.

Pepe Ri Vas